Los Niños de San Rafael Enfrentan a los Niveles Crecientes del Mar
Emily DeLeon, 11, pensó cuidadosamente qué más necesitaría un hogar, antes de gastar su presupuesto de construcción limitado. Se agachó junto a sus compañeros de clase, un grupo de niños en quinto grado que participaba en un programa que incluye a jóvenes en planes de adaptación al clima, viendo una reconstrucción modelo de San Rafael hecha a mano y tendida por la mayor parte del piso del salón. Canales hechos de papel azul formaban caminos entre las vecindades de casas miniaturas de madera. Las calles mostraban nombres escritos con marcadores Sharpie. Turbinas eólicas asomaban en las yardas y había barriles de lluvia entre jardines llenos. Un enorme óvalo acuático delineaba la zona de riesgo de inundación, proyectada antes o para el año 2050, y la casita de DeLeon queda colocada cerca de ella.
La reconstrucción modelo presentaba una combinación de lo real y la imaginación. Las calles, los caminos de agua, y las zonas de inundación eran precisas, y los estudiantes habían recreado sus casas en las mismas áreas donde viven. Pero a diferencia de la vida real, aquí tenían a la mano la capacidad y el presupuesto para remodelar sus hogares y hacerlos resistentes. Con tan solo recortar un poco de papel, habían formado turbinas eólicas y barriles de lluvia y jardines.
DeLeon vistió a su casa con paneles solares, los cuales se imaginó serían parte de un sistema que podría sostener energía aún si la red se perdiera. Se inspiró en la vida real: la casa de su familia frecuentemente pierde energía cuando llueve o hace aire, ella dice.
Muchos en su clase en la escuela Laurel Dell Elementary ya resienten el impacto del clima, y viene más. La escuela, al igual que los hogares de los estudiantes, está en una cuenca que ha sido asesorada como una de las que corre más riesgo de inundación por los niveles de mar tan altos en la región, según un reporte de 2017 de la comisión San Francisco Bay Conservation and Development. Como San Rafael es una de las áreas más bajas en la bahía de San Francisco, será una de las primeras en ser afectada por niveles altos de mar.
Cuando la clase hizo un mapa de áreas con más riesgo de inundación como parte de su trabajo con un programa de aprendizaje cívico de UC Berkeley llamado Youth—Plan, Learn, Act Now, muchos descubrieron que sus hogares corren peligro si nadie toma acción. Allison Teh, 10, notó que la zona de inundación estaba enseguida de su casa. “Eso da miedo”, ella dice.
La directora del programa Y-PLAN, Shirl Buss, explica que aunque el ejercicio de la clase es en teoría, los retos y riesgos que muestra son reales. “Es importante introducir a los jóvenes a problemas que van a afectar sus futuros”, ella dice. “Sus vidas serán moldeadas por ellos”.
Al curso de 15 semanas esta primavera, Y-PLAN, en colaboración con la organización sin fines de lucro Youth in Arts, les mostró a los estudiantes los riesgos que vienen y los empujó a desarrollar planes de adaptación. Los estudiantes se reunieron cada semana y construyeron modelos detallados de sus vecindarios, sus casas, y una comunidad soñada que podría sostenerse aun con niveles altos de agua. Sus cartelones sobre la adaptación al clima están disponibles en el sitio de Knee Deep Times bajo California Climate Quilt.
El nivel alto del mar es un concepto nuevo para todos los que están en la clase de Laurel Dell Elementary este año, dice Buss. Ella cree que también es información nueva para sus padres.
Inundaciones son el riesgo más grande que corre San Rafael, pero muchos residentes no se dan cuenta, confirma Kate Hagemann, la encargada de hacer planes de adaptación al clima para la ciudad. Como el vecindario alrededor de Laurel Dell Elementary aún no se inunda cuando hay tormentas, los residentes no están alertas. Actualmente, un sistema de diques y bombas viejo es lo que previene las inundaciones allí.
Pero esa defensa es vulnerable y mejorarla está difícil, dice Hagemann. La ciudad se encarga de las bombas viejas y puede reemplazarlas, pero en San Rafael hay un sinnúmero de diques y otras barreras que les pertenecen a dueños privados y forman parte de complejos de apartamentos o casas individuales. Esto dificulta la asesoría de qué tan resistente a una inundación es la infraestructura del área. También hace difícil determinar los arreglos por parte de la ciudad o el condado.
Además, la mayoría de los hogares en el área no resistirían una inundación, dice Hagemann. Los primeros pisos de la mayoría de las casas no fueron construidos arriba del nivel de tierra, lo cual significa que solo esperan altos niveles de agua para inundarse. Tierra baja alrededor de San Rafael añade a la vulnerabilidad a mareas crecientes. Y los arreglos necesarios para combatir este riesgo son caros.
“Costo $7 millones para reemplazar una bomba en San Rafael recientemente. Puedes hacer conclusiones de allí”, dice Hagemann.
Es un problema que la región entera tendrá que enfrentar. Esta estimado que costará $110 mil millones para proteger a la costa de la bahía de San Francisco de un aumento en tormentas y niveles altos del mar que pasarán de aquí al 2050, según un reporte de 2023 realizado por agencias regionales.
Los niños de quinto grado en Laurel Dell Elementary son 94% Latinx y 75% de descendencia Guatemalteca. Todos los estudiantes son bilingües y el inglés es su segundo lenguaje. Quienes trabajaron con esta clase son científicos de la organización sin fines de lucro Union of Concerned Scientists, la cual le pidió a los estudiantes que se imaginaran cómo reducir el impacto climático y los niveles del mar para crear un San Rafael más resistente. La organización ha incorporado las observaciones de los estudiantes y sus ideas a un reporte que acaba de salir que trata sobre planificación en la costa.
Kristina Dahl, científica principal del medio ambiente para el programa de clima y energía de la organización, escuchó por primera vez de Y-PLAN cuando leyó un articulo de opinion de 2019 en la publicación Marin Independent Journal, escrita por estudiantes de quinto grado de Laurell Dell Elementary, cual citaba a estudios que ella había conducido. Fue raro oír opiniones de los jóvenes en relación a la adaptación al clima, pero quería escuchar más. Ella y Buss decidieron colaborar en un futuro.
Cuando se trata del cambio climático, los jóvenes son quienes van a heredar un problema que las generaciones previas crearon. El invitar a los jóvenes a que tomen decisiones sobre cómo adaptarse al cambio climático es un paso más para tratar de resolver esa injusticia. Incluso, sus perspectivas ayudan. A comparación de los adultos, quienes manejan carros, los jóvenes están en mejor contacto con la infraestructura local que les permite caminar y usar bicicletas, patines o transportación pública. También no tienen miedo de proponer ideas grandes, las cuales son necesarias, según Dahl. “Nunca vamos a tener resiliencia hacia el clima con soluciones que van al paso. Necesitamos soñar en alto” ella dice.
Su trabajo con jóvenes cambió los estudios y el entendimiento de Dahl hacia instituciones comunitarias. Cuando les preguntó a los estudiantes cuáles lugares deberían de ser prioridad para protecciones contra un desastre, ella esperaba que ellos nombraran a su escuela y sus casas. Se sorprendió cuando nombraron a la tienda Target. Allí es donde compran comida, ropa y útiles esenciales. El discurso subrayó que las instituciones comunitarias están, más que nada, centradas en las necesidades de la comunidad. “Me hizo reevaluar qué es importante en una comunidad, cuáles son los recursos naturales y lugares para reunirse” dice Dahl.
Los estudiantes también ayudaron a la encargada de planes en la ciudad, Hagemann, a reevaluar cómo comunicar la ciencia detrás del impacto climático. “El trabajar con los estudiantes realmente me reto a aclarar y simplificar los conceptos de los riesgos de un alto nivel de mar,” Hagemann dice. Ella quiere utilizar explicaciones simplificadas cuando la ciudad decida hablar más con residentes sobre planes de resistencia.
Dahl espera que lo que los estudiantes han aprendido sobre los riesgos que corre el área y posibles soluciones se distribuya entre familias y entre la comunidad en sí.
A sus 11 años, DeLeon planea seguir mejorando la resistencia en su hogar y su comunidad, tal vez así formando una carrera para el futuro. A ella le interesa convertirse en arquitecta “Porque creo que puedo ayudar a San Rafael”, dice.
Translation by Eliana Perez.